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Mostrando las entradas de 2023

El cuento de Matt y Laureen

Hace unos días durante mi turno de trabajo pasó algo muy curioso que me hizo pensar: -¿Hasta dónde van nuestros alcances cuando de conquistar se trata? ¿Cuáles son los acercamientos que son socialmente aceptables y/o correctos? ¿Cuáles cruzan la raya al lado creepy del asunto?- Aquí les va el cuento, ustedes opinen si es cursi, como me pareció a mí, un gesto de “Hollywood” o si es más bien un movimiento de stalkeo a lo -You-. Recibimos una llamada en el trabajo (para contextualizar trabajo en el área de hospitality and service) en donde un señor vamos a llamarle Matt, tenía un requerimiento muy específico: -mandarle un trago y una nota a una muchacha que tenía una reserva en el lugar-. Todo hasta ahí sonaba bien, estándar. Nos informó de su nombre y aseguró que se iba a encontrar con alguien ahí, pero no estaba seguro si la reserva estaba a su nombre o al nombre de otra persona, cosa que nos hizo preguntar: ¿cómo vamos a saber cual es la chica indicada? Entonces ahí, con pelos y señale...

Mil y un aeropuertos

Hoy estoy sentada tomando un café que me recuerda a casa en uno de los lugares que más me ha visto crecer. Ese aeropuerto que tres años atrás me había recibido llena de incertidumbre, de miedo y hambre hoy me ve crecer... hoy me ve lista para avanzar. Puede parecer ridículo lo que estoy escribiendo. Tanto, que hasta yo misma lo cuestiono. Para dar contexto, desde que me gradué de la universidad he hecho lo que mi niña interior siempre quiso: Viajes, amigos, aventura y movimiento. Estuve mucho tiempo viviendo aquí y allá, conociendo a muchas personas, saltando y saltando. Me sentía ‘la rara’, la oveja negra de mi familia, la inestable. Después de mucho tiempo en terapia, descubrí que era parte de mi personalidad no querer afrontar las emociones incómodas y más bien, evadirlas. Atrasé el dolor, la tristeza y el miedo hasta que me llevó a lugares en los que me estrellé muy fuerte. No fue la mejor manera de darme cuenta, pero eran las herramientas que me permitieron ser consciente de cómo ...

Tusa de amiga

  En uno de esos ejercicios de analizar las cosas pasadas y sobretodo analizar patrones y conductas personales quiero hablar hoy de amores de la vida versión amistad, como la pérdida de una persona que queremos y admiramos tanto duele más que un rompimiento romántico; lo he vivido recientemente y este es un simple intento de recoger mis pasos y e ntender - ¿ qu e puta s paso?-. Sultana era mi amiga, nos conocimos por una simple coincidencia tiempo- espacio y desde el minuto cero hicimos clic, las dos teníamos una vibra similar, podíamos hablar horas y por raro que pareciera, el contacto físico con ella no era awkward, podríamos abrazarnos y consentirnos cuando lo necesitábamos (tengo muchos problemas con el contacto físico directo con las personas, me siento incómoda y creo que se me nota) fue mi lugar seguro y según comprendía, yo el de ella. Confié y lloré mares en su habitación, ella pataleo y declaró en la mía. En serio lo que uno llama amor de amiga, era eso y más. Luego de un...

Amanecí pensando en t… mi, mi amor.

 Anoche mientras trabajaba escuché una canción de Rels B, y me quedé pegada… la escuché una, y otra, y otra vez… Me descubrí totalmente identificada con la letra… como si la tusa por la que fue escrita fuese mía, como si el autor y yo viviéramos las mismas emociones, como si hubiese pasado mil mañanas queriendo enviar este mensaje y nunca lo hubiese hecho. Después de un rato navegando en la nostalgia, de recordar historias de amor que muchas veces ni siquiera fueron reales, reflexioné... ¿cuántas veces amanecemos o pasamos todo el día pensando en otra persona y le cedemos el poder de nuestra felicidad? “Entre a tus redes pa’ ver cómo estás” Navegamos horas y horas entre un perfil y otro buscando una señal que confirme nuestras sospechas (que por supuesto vienen desde el ego) y que nos dicen que ya consiguió a alguien mejor que nosotros, que tiene una vida más feliz o una persona más guapa y mejor. Nos dejamos a un lado, siempre vemos al tercero como el top sin fijarnos siquiera ...

Alguien a quien solía conocer

Hoy de regreso a casa en un avión me topé con una peli de esas que pones con pocas expectativas, algo que sea solo para pasar el tiempo, echar unas risas y esperar a que el avión aterrice rápido y sin mucha turbulencia. La peli se llama - somebody that I used to know - (Alguien a quien solía conocer) y me tocó una herida que creí cerrada. La peli es de una mujer -Ally- que regresa a su pueblo natal a visitar a su mamá luego de perder su trabajo, en eso se encuentra con su ex novio de hace 10 años y juntos tienen una noche de risas y charlas emocionales. Ella cree tener un fling con el y luego se da cuenta que el se casa ese mismo fin de semana. Cuantas veces nos vamos al pasado y pensamos -“¿y que tal si? ¿Que habría pasado en donde hubiésemos intentado tan solo un poco más?”- esta película me hizo sentir todo esto y más, me imaginé en el escenario viendo como la persona que por tantos años llame amor de mi vida se casa con alguien más, justamente otra persona a la que por largo tiempo...

Y si todo se destruyó ¿cómo puedo empezar de nuevo?

¿A dónde pertenezco? ¿En dónde está el amor de mi vida? ¿Por qué no me siento yo en el país en donde nací? ¿debería irme del país? ¿Cuál es mi propósito? Estas y muchas otras preguntas han estado rondando mi cabeza y mi vida por unos cuántos años. He descubierto que me cuesta estar en lugares en los que me siento incómoda, pero que huir no es la solución. Al contrario, en los lugares en donde estás más incomoda es donde precisamente más tienes oportunidad de crecer, aprender y avanzar.  Todo empieza unos años atrás, cuando por primera vez que me mudo del país y logro abrir mis alas al mundo. Primera estrellada: Responsabilidades de adulto, no saber estar conmigo misma, sentir que si yo no me cuido, nadie lo hará por mí. Sumémosle una pandemia, y con ella la ansiedad e incertidumbre de estar sola en otro país, sin duda una de las experiencias más fuertes que he tenido.  Para ese momento, entre ganas de vomitar, ganas de llorar, cartas infinitas, noches tocando ukulele con 20 añ...