Una parte allí y otra aquí.
Hoy, hace 5 años, llegué aquí. ¡Qué locura! Aún recuerdo la sensación que tenía ese día; la noche anterior había dormido muy poco. Me acosté llorando y temblando. Tenía muchísimo miedo. Pregunté en voz alta si estaba cometiendo un error. Estaba dejando todo lo que conocía y amaba, lo estaba cambiando por aventura, lugares nuevos. Lo estaba cambiando por algo diferente. Ni siquiera sabía si era seguro, si iba a ser mejor o peor que lo que ya tenía. Dejé todo por algo incierto y aquí estoy.
Dejé la ropa lista, la maleta hecha, casi a reventar, porque me estaba llevando la vida a otro lugar. Llegamos al aeropuerto y cada segundo que pasaba se hacía más y más real. Me estaba yendo y no sabía cuándo iba a volver. En ese momento, pensaba que podría ser un año. Spoiler alert: no fue el caso.
En mi casa, nunca fuimos como esas familias que se besan y se abrazan, que se toman de las manos y se hacen mimitos. No. En mi casa, los actos de cariño eran otros. Eran compartir un espacio en la tarde con algo calientito de tomar y hablar. Era salir a hacer vueltas o ver una película juntas. Ese día, en el aeropuerto, sentí que, como yo, ellas tenían miedo. Porque el contacto físico era demasiado. Me agarraban los brazos, me daban abrazos muy largos. Las tres temblábamos. Es que la distancia nunca es fácil, pero la incertidumbre es peor. Yo me estaba dirigiendo a una ciudad extraña, a la casa de una familia extraña, donde iba a estar sola, hablando un 40% de inglés, sin mi red de apoyo a la vuelta de la esquina.
Ese día, mi hermana me entregó un paquetito envuelto. Me dijo que lo guardara y lo abriera después. Lo empaqué en mi maleta y seguí llenándome de abrazos y besos en medio de escalofríos y temblores. No pasó mucho tiempo, pero recuerdo esa media hora mucho. Estaba dando un paso que cambiaría nuestro rumbo. Llegó la hora y avancé por el pasillo de seguridad, donde ya no los iba a ver, y ahí lloré. Tuve la intención de regresar y esperar un poco más. Aunque le había invertido años de trabajo a este proceso, ¿cómo iba a dejarlos ahí? Realmente amo a esas personas. ¿Cómo las voy a soltar así?, pensaba mientras caminaba. Literalmente sollocé 20 minutos en la fila de seguridad. Me calmé un poco antes de pasar por inmigración, donde pasé mis papeles y seguí.
Llegué al gate, donde me encontré con muchísimas niñas de mi misma edad, con mis mismas expectativas y miedos y, sobre todo, con la misma cara roja y ojos hinchados. Todas sentíamos esa despedida. Nos presentamos, hicimos grupitos y abordamos. En el avión saqué el paquetito que me dio mi hermana y encontré cartas de todos, de mi mamá, de mi cuñado, de mi hermana, de mi novio, de mi prima. Todos con mucho amor deseándome lo mejor. Llevó esa agenda conmigo siempre. Un planeador 2019-2020 con tema de Marauder's Map.
¡Aterricé! Y desde ese momento, muchísimas cosas han cambiado. Ese día inició una nueva era para mí.
Estando aquí, he pasado los días más tristes de mi vida. Vi partir en la distancia a personas que quería muchísimo. No me pude despedir, aunque inconscientemente lo hice la última vez que los vi. No voy a mentir, más de una vez me cuestioné si vale la pena. ¿Tiene sentido renunciar a momentos así por una calidad de vida mejor? ¿Realmente estar aquí vale todos los momentos de sufrimiento a distancia? La verdad aún no lo sé. Tengo la esperanza de que el tiempo y el trabajo me muestren que elegí bien.
Este post era más que obligatorio. No lo habría logrado de no ser por la increíble familia que tengo, por mi mamá que desde el minuto cero me dijo: "Vamos a hacerlo" y me empujó a hacer vueltas de adulto. En alguna conversación, estando yo aterrada de la idea de que me fuera mal, me dijo que no importaba lo que pasará, que ella iba a estar ahí apoyándome. Que si necesitaba regresar, ella me compraba un tiquete ahí mismo. Que no tuviera miedo porque siempre iba a poder regresar. Que no me privara de esta aventura, ya que el camino a casa ya me lo sabía.
Hace unas semanas, mi hermana me envió unas hojas de un libro que describe perfectamente la sensación de estar juntas aquí. Tengo que dar gracias a ellas, a mi hermana que siempre está ahí, impulsándome, guiándome, ayudándome en todo. A quien he admirado tanto siempre y con quien he creado un vínculo aún más fuerte en la distancia. La que ha movido cielo y tierra para venir a verme, de la que nunca me quiero despedir.
Hoy tengo un trabajo que me gusta, una casa que está decorada con cosas que me representan. Puedo comunicarme en inglés (mejor, no perfecto, but on my way to). He viajado a lugares increíbles. He hecho amigas invaluables en el camino. Tengo un novio que me quiere y cuida. So, I proudly can say that all these past years full of tears, laughter, and sweat, I have been nesting. That home is wherever I am, wherever I can express and feel love. Wherever I can be with the ones I love and care for.
Es que la vida del inmigrante es así, una parte de tu ser allí y otra aquí. Solo queda decir que YO soy YO y que mi versión de Colombia se resume en amor, dedicación y esfuerzo. Que hoy siento ser una mejor yo y que donde quiera que sea el destino, mi felicidad la hago yo.
Felices 5 años, Jimena del pasado. Ten paciencia y mucha fe. No tengas miedo. Tienes una estrella que te guía siempre. Recuerda con amor todo lo que hiciste y dejaste para estar donde estás. Y ten por seguro que vendrán cosas mejores.
Te lo mereces.
Con amor,
Miel con Hiel o Jimena ♥
Comentarios
Publicar un comentario